D.N.H. fue condenado a 13 años de prisión en Córdoba por intentar matar dos veces a su esposa: una de ellas, intentando desprogramar una válvula médica en su cráneo usando un imán, en hechos ocurridos entre 2018 y 2019 en Colonia Tirolesa. El fallo expone una historia de violencia de género planificada y sostenida.
Un plan escalofriante
El primer ataque fue en septiembre de 2018. El hombre golpeó a la víctima en la cabeza con un fierro para simular un accidente de moto, dejándola en coma por meses. Tras varias cirugías, le implantaron una válvula que regula la presión intracraneal.
La mujer, todavía en recuperación, volvió con el agresor. Un año después, D.N.H. intentó matarla otra vez: se acercó mientras ella dormía y le puso un imán cerca de la cabeza buscando que la válvula fallara.
“La válvula se va a desprogramar y vos te vas a morir, y nadie se va a enterar, así como nadie se enteró de que yo te golpeé con un fierro”, le dijo el condenado según su propio testimonio.
El intento no funcionó porque el imán no tenía potencia suficiente. Sin embargo, el tribunal consideró el hecho como acto deliberado de violencia letal, aunque técnicamente no pudiera lograr su objetivo.
Años de violencia y control
La relación entre ambos empezó cuando la víctima tenía 14 años y el acusado 23. El fallo describe años de violencia física y psicológica, con régimen de control total, aislamiento y amenazas. Los hijos de la pareja también resultaron afectados.
Según la jueza Susana Blanc Gerzicich: “El imputado instauró desde el inicio de la convivencia un régimen de control de sus actividades y comunicaciones, ejerciendo violencia física y psicológica, lo que se volvió un control absoluto después del primer hecho”.
La víctima quedó con secuelas físicas y neurológicas permanentes y una vida limitada por medicamentos y riesgo de convulsiones. Los hijos, por su parte, “se vieron privados de su madre, que se salvó de milagro, y de su padre, hoy condenado”.
Pena ejemplar por violencia de género
Aunque se calificó como “tentativa inidónea” porque el método era ineficaz, el tribunal impuso la pena máxima dentro del marco legal por la violencia sistemática y planificada.
El tribunal se integró por los jueces Villegas, Blanc Gerzicich y Buteler, más jurados populares.
La condena busca enviar un mensaje claro: la violencia de género puede tomar formas insospechadas, pero nunca debe ser minimizada.
Fuente: La Voz (link).