En Qatar, hablar de política es tabú: ni siquiera el polémico regalo de un Boeing 747 de la familia real al expresidente de EE.UU. Donald Trump se comenta en voz alta. Ocurrió hace dos semanas en Doha, ante el asombro de la región que observa también el errático rumbo de Benjamín Netanyahu en Israel.
Aunque muchos qataríes se habrían sentido indignados por el lujoso presente, valuado en más de 400 millones de dólares, el miedo al poder absoluto mantiene el tema en un silencio de hierro. Qatar, pese a su riqueza, es una monarquía que no tolera la disidencia y está habituada a que sus ciudadanos callen asuntos de Estado.
Regalos millonarios, silencios forzados
El avión regalado a Trump sobresale frente a la realidad de la región: una pequeña elite dorada, trabajadores extranjeros que constituyen la clase baja, y gestos poco discretos que escandalizan a puertas cerradas. “A nadie se le ocurriría decir en voz alta eso que sintió”, describe el autor en relación con la reacción local.
Mientras tanto, la política del área observa cómo Netanyahu sigue cavando su propio pozo político y aislando a Israel internacionalmente. Frente a la guerra en Gaza, los líderes árabes aplican la táctica: “si ves a tu enemigo cometiendo un error, no lo interrumpas”.
Distancia y reproches
El vínculo entre Trump y Netanyahu se enfría tras los ataques a Gaza y la falta de resultados frente a Hamás. Trump incluso ha pactado directamente con Hamás, dejando a Netanyahu al margen. Mientras, Qatar ofrece regalos ostentosos y da cobijo a líderes de Hamás, exponiendo el entramado de relaciones de poder en Medio Oriente.
El texto concluye que el enojo de Trump es otro síntoma de la crisis en el liderazgo israelí, con efectos negativos inéditos para el Estado judío y el judaísmo global.
Fuente: El Doce (link).